
Síndrome post vacacional: buscando las causas profundas
El verano llega a su fin y empezar septiembre representa para muchos, una inevitable vuelta a la rutina que se les antoja difícil, incluso les hunde en una profunda y abrumadora tristeza. Muchos la llaman depresión post vacacional, mientras otros, que consideran este termino excesivo, prefieren hablar de Síndrome. Lo que es innegable es que todos, en mayor o menos medida, experimentamos un bajón anímico al terminar las vacaciones.
¿Por qué nos gustan tanto las vacaciones?
La palabra «vacaciones» viene asociada en la mente de todos, al dormir más y mejor, descansar, olvidar las preocupaciones y horarios, deshinibirnos y aflojar la rigidez de nuestra vida habitual. Para muchos es algo como un ideal, un paraíso que solo podemos disfrutar unos días al año y que contrasta con el «infierno» de trabajo y prisas que vivimos todo el año.
Síndrome post vacacional: ¿en qué consiste?
Este síndrome parte, para la mayoría de nosotros, de una dificultad de adaptación psicológica. Se nos hace cuestar arriba regresar a la rutina habitual, volver a los horarios, al trabajo, a las responsabilidades y exigencias diarias. Muchas personas no logran enfrentarse a este desafío y desarrollan sentimientos de melancolía, tristeza, incluso irritabilitad, como una forma de resistirse a la adaptación que supone. El bajo estado de ánimo viene acompañado de apatía, falta de interés y motivación, alteración del sueño y dificultad para concentrarse.
Causas más profundas
Cuando los síntomas de este bajón como la irritabilidad, la tristeza, la depresión y la anhedonia, lejos de ser transitorios y limitarse a los primeros días después de vacaciones, persisten en el tiempo y se instalan en nuestra vida, tal vez debamos buscar las causas más profundas que esconde este bajón anual.
La vuelta a la rutina se hace insoportable cuando te reincorporas a un trabajo que no te llena, que te genera frustración, donde no tienes posibilidad de realizarte, ni de desarrollarte como persona, y que te obliga a llevar una vida rutinaria y sin armonía. Las encuestas revelan que 70% de las personas no se sienten cómodas en sus trabajos. La falta de expectativas, la sensación de que vas a quedarte hasta la jubilación en un trabajo que aborreces, puede conducirte a auténticos trastornos psicosomáticos.
Cambia tu planteamiento
Tal vez sea hora de cambiar el viejo chip que nos muestra como normal sacrificarse durante once meses, limitándonos a trabajar, para solo un mes, siendo optimista, de disfrute y vacaciones. Quizas valdría la pena plantearse tener una mejor calidad de vida todo el año, más saludable y feliz.
Priorizar la calidad de vida a diario
En este sentido, deberíamos intentar no limitarnos semana trás semana a trabajar y dormir, esperando el próximo puente o fin de semana, para huir de la ciudad, sino intentar compaginar la vida diaria con actividades que nos gustan: practicar aquello que nos enriquece o nos hace disfrutar todo el año, hacer más deporte, deshacernos de nuestra visión de túnel que no nos deja contemplar otra cosa que no sea el trabajo, y todo lo relacionado a la supervivencia, a las amenazas y preocupaciones.
¿Hora de rectificar?
Si no es suficiente, si el malestar persiste y nada lo alivia, tal vez tengas que darte cuenta de que estás atrapado en una vida que no te conviene ni te hace feliz. Mucha gente aprovechó el parón del confinamiento para hacer una reflexión sobre su existencia y decidieron cambiar de vida, de actividad, de pareja o de lugar de residencia. Si crees que este es tu caso, te mereces dedicar tiempo para rectificar tu trayectoria.
Buscar y encontrar tu ikigai
Tienes que tomar el tiempo para reflexionar y lo puedes hacer mediante estas cuatro preguntas:
- ¿Qué es lo que amo?
- ¿Qué sé hacer bien?
- ¿Qué creo que el mundo necesita de mi?
- ¿Por qué debería recibir un salario?
La confluencia entre lo que amamos, aquellas cosas en las que somos buenos, aquello por lo cual pueden pagarnos y aquello que el mundo necesita podría ser nuestro Ikigai. Dicho de otra manera, la interacción entre lo amado y aquello en lo que somos buenos es nuestra pasión. Si esta pasión coincide con nuestra profesión (aquello en lo que somos buenos y por lo que nos pagan) encontraremos satisfacción. Pero necesitamos sentir que aquello que ofrecemos lo necesita el mundo y que somos útiles.
Atiende a tus emociones
Si tu malestar al volver de vacaciones dura más de quince días, si no sales de la melancolía ni la anhedonia, es que este bajón es el sintoma de algo más profundo. Escucha tus emociones, atiéndelas y aprovecha para replantearte lo que realmente te haría feliz. Piensa en la enorme cantidad de horas que invertimos en trabajar, si pudieras dedicarlas a algo que te gusta, te apasiona y te motiva, la vida diaria sería mucho más interesante y satisfactoria.
Independiente de las circunstancias adversas que se pueden presentar en tu camino, te levantarás cada día con ganas, con ilusión y vivirás una vida plena.

