Abeja sobrevolando una flor amarilla
Blog,  Resiliencia

El vuelo de las abejas

En el post de hoy voy a hablarte del vuelo de las abejas. Sí, lo que lees. Sé que puede parecer raro pero te voy a contar cómo se me ocurrió.

En los últimos días, me he encontrado en las redes varias referencias a un cartel (supuestamente colgado en la NASA) que dice algo así:

Aerodinámicamente el cuerpo de una abeja no está hecho para volar; lo bueno es que la abeja no lo sabe”.

Más allá de la anéctoda, de si dicho cartel existe o es un bulo de los muchos que circula en redes, me ha llamado la atención la frase y creo que bien merece la reflexión de hoy.

Desafíando las leyes de la ciencia

Al buscar la fuente de esta historia, he encontrado una vaga referencia a un matemático francés (pero no he conseguido averiguar su nombre) que, en 1934, llegó a la conclusión de que las abejas no deberían volar. Es llamativo pensar que esta afirmación contradice una hecho como el vuelo de las abejas que todos podemos apreciar de forma cotidiana en la naturaleza.

¿No puede volar o no debería volar?

De poder, pueden volar las abejas, es un hecho y una realidad indiscutible. Pero cabe preguntarnos, ¿deberían hacerlo?

Según los principios aerodinámicos, la amplitud de las alas de las abejas es muy pequeña para mantener su cuerpo en vuelo, o dicho de otra manera la proporción de sus pequeñas alas en relación a su enorme cuerpo no las hace buenas candidatas para el vuelo.

Ignorando las dificultades

Así que las abejas melíferas no lo tienen fácil, tienen que realizar más trabajo para volar que otros insectos». Si años atrás el vuelo de las abejas parecía encerrar un misterio, los biólogos han llegado a la conclusión de que son su forma particular de batir las alas, junto con su extrema velocidad, los factores que les permiten mantenerse suspendidas en el aire. Son capaces de resistir al viento, evadir a los depredadores y volar cargadas con polen.

¿Cómo lo hacen?

Aunque este no es el propósito del post, te contaré por satisfacer tu curiosidad, cómo lo consiguen. Según National Geografic:

Los estudios muestran que muchos insectos mueven sus alas en largas aleteadas de barrido (de 145 a 165 grados) unas 200 veces por segundo. Pero las abejas baten sus alas en arcos breves (de alrededor de 90 grados), de modo que tienen que compensar con velocidad. ¿Cuánta? Hasta 240 batidas por segundo, casi lo doble de lo que se esperaría, considerando su tamaño.

Estilo propio para resultados óptimos

En la página Aula Apícola encontramos referencia a este tema, y nos hablan de una velocidad máxima de vuelo de la abeja melífera (según el investigador austriaco Karl von Frisch), de 29 km por hora. Hablamos de un vuelo sin carga y con poco viento. y como es de prever esta velocidad disminuye si la abeja vuela cargada de néctar o polen. Aunque por supuesto, esa velocidad se reducirá si el vuelo de la abeja se produce cargada de néctar o polen. Nos cuentan también que:

A modo de referencia, cabe aquí indicar que una persona  que no es atleta profesional puede correr a una  velocidad de entre 25 a 29 km por hora durante unos cien metros, por lo que en caso de que nos persiguiera una abeja, es fácil que nos acabase alcanzando.

Y esto, ¿qué tiene que ver con nosotros?

Jajaja, ahí te esperaba. No he venido en este post a hablar de abejas, aunque también, sino a sacar alguna enseñanza de esta observación de la Abeja Melifera que nos sea aplicable y, por lo tanto, útil.

Olvidando las limitaciones

La gracia implícita del cartel supuestamente colgado en la NASA es que la abeja no está hecha para volar, pero puesto que no lo sabe, vuela a pesar de todo. Esto es lo que nos interesa y esto es lo que debemos retener.

Olvidemos las creencias limitantes, o peor aún las creencias autolimitantes que nos ponen topes, techos, barreras, que nos dicen de antemano lo que podemos o no podemos hacer.

Crees que eres demasiado joven para, o demasiado mayor para, demasiado alto, bajo, feo, gordo, tímido, la lista es interminable.

Haciendo un Reset

No te estoy hablando de transformarte en abeja, o de saltar desde un tejado con un paraguas en la mano como hizo años atrás mi hermano, creyendo que podía volar. Acabarás como él decepcionado y dolido.

Te estoy proponiendo olvidar lo que sabes de ti mismo, desterrar el impostor, borrar de tu vocabulario las frases del estilo «a mí no se me da bien esto o aquello», y empezar a experimentar de cero.

Dale una oportunidad a tus alas

Quizas no tengas las características perfectas para que se cumplan tus sueños, tal vez te cueste más que a otra persona conseguirlo, pero no abandones. Sigue tu intuición, crea tu estilo propipio y esfuérzate, bate las alas con ganas, ignora las dificultades, cree en tí y VUELA.

Que tu única creencia sea:

Si puedes soñarlo, puedes conseguirlo

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