Chica joven leyendo en una tumbona frente al mar
Literatura juvenil

Literatura juvenil

La Literatura juvenil está en auge, es un hecho en el que todos coinciden. Basta mirar los catálogos de las editoriales para darse cuenta de la inmensa oferta que está a disposición de los jóvenes lectores. Los estudios nos hablan de un crecimiento muy importante desde el 2021 que se relaciona, entre otros factores, al hábito de lectura adquirido durante el confinamiento de 2020. Como cabe esperar estas cifras se traducen en un gran éxito de facturación. Los libros para jóvenes incluso para los más pequeños, según Pablo Cruz, director de Anaya Infantil y Juvenil, son «los que más peso tienen en cuanto a ejemplares vendidos».

Sin embargo, hay que reconocer que en España, la literatura juvenil está considerada a menudo como un género de segunda fila, cosa que no ocurre en otros países de Europa o en Estados Unidos. Abunda la idea de que por ser destinada a jóvenes, la calidad de esta literatura es inferior a la de adultos, y de que es un género menor. Por este motivo tanto los libros como sus autores tienen menos visibilidad, a no ser que se transformen en un fenómeno editorial, salten al cine y se vuelvan universales como Harry Potter. Considerar la literatura para jóvenes como un género inferior es tener una visión sesgada que no se sostiene. En mi opinión hay libros buenos y malos, independientemente de su género. 

Ciertamente existen y tienen que existir diferencias notables entre la Literatura juvenil y la de adultos, pero poco o nada tienen que ver con su calidad. 

La principal es la edad del público al que va destinada, principalmente adolescentes, aunque cada vez son más numerosos los adultos (entre los que me incluyo) que disfrutan con la literatura juvenil. De hecho, generaciones distintas están entusiasmadas con las mismas historias porque tienen la capacidad de conectarlos y acortar las distancias de la edad. 

La segunda diferencia es la necesidad de emplear un lenguaje adaptado al lector, para que pueda experimentar la historia y sentirse identificado, y de ofrecer un contenido donde se limita el contenido en violencia y donde las escenas sexuales son menos explícitas. Si quieres saber algo más aquí tienes este post.

Las temáticas no difieren de las que puedan surgir en la literatura para adultos, pero el enfoque es distinto, por las razones que acabamos de exponer.   Los temas como el racismo, sexismo, las discapacidades, la soledad, el acoso escolar, la diversidad abundan en la literatura para jóvenes, porque los libros deben reflejar la realidad que viven. Esto es especialmente relevante en la literatura Crossover capaz de entusiasmar tanto a jóvenes como a adultos y de romper las barreras de la edad y los encasillamientos. 

Que este género tiene detractores es una evidencia, pero creo que demasiadas veces se juzga sin conocimiento real. Afortunadamente, es mucho más que historias de colegialas que se enamoran de vampiros, novelas románticas sin calidad, y clichés recurrentes de chicas frágiles e indefensas y chicos fuertes y protectores. 

Cuando se escribe literatura juvenil, hay que concienciarse del mensaje que estás dejando en tus lectores. La ficción no es inocente sino que conlleva la responsabilidad de lo que siembras en los jóvenes. Al contar tus historias debes mostrar unos personajes reales, sanos y dejar claro que las relaciones tóxicas no son románticas, ni los celos son una muestra de amor.

En mi opinión, la literatura juvenil es fundamental como instrumento de transición que fomenta el hábito de lectura entre los jóvenes. Es un peldaño que les conduce a un rango de géneros más amplio cuando crezcan. Pero mientras sean adolescentes, un buen libro les entretiene, les hace disfrutar, logran hacerles conectar con las historias, y les ayuda incluso en la formación del espíritu crítico tan importante en esta etapa de su vida. Y por último, les transforma en lectores asiduos,  garantizando su permanencia en el mundo de la literatura.

Y para los que ya no somos adolescentes, es un elixir de juventud. Nos conecta con la alegría, el entusiasmo y la ilusión, haciéndonos olvidar el paso de los años mientras nos sumergimos en la lectura.

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