Serpiente rpdeando manzana, pecados capitales
¿Te gusta escribir?,  Literatura juvenil

Los siete pecados capitales y el escritor novel

Los siete pecados capitales y el escritor novel

Todos somos humanos, y como es natural, nos equivocamos, tropezamos, muchas veces con las mismas piedras, y dicho de otra manera, «pecamos». Hoy os traigo mi visión personal de los siete pecados capitales del escritor novel, estos errores muy frecuentes que todos hemos cometido, o por lo menos, con los que hemos coqueteado alguna vez. El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra… Evidentemente, no voy a ser yo. Yo me he equivocado, tú te has equivocado, nos hemos equivocado, y podría seguir conjugando este verbo. Equivocarnos nos hace más humanos, es cierto, pero rectificar es importante, porque nos permite madurar y crecer.

La lujuria

¿En qué puede consistir la lujuria para un escritor?

La RAE define la lujuria como «exceso o demasía en algunas cosas», que es la acepción que nos interesa hoy. Debo confesar que los libros y la lectura son mi debilidad, pero lo es más aún la escritura. No encuentro saciedad, siempre quiero más; quiero leer más, escribir más, aprender más, conocer a más escritores y lectores. Tengo la cabeza llena de mil historias, que luchan por ser las primeras en salir a la luz, y siempre ando pensando en ellas, por lo que a veces puedo parecer ausente…

La lujuria para el escritor

La lujuria del escritor novel puede ser querer abarcar demasiado, desear hacer todo a la vez, dejarse tentar por mil proyectos y no buscar el mimo y la excelencia en cada uno.

Así que ya sabes, es algo frecuente, comprensible, pero hay que mantenerse atento, para no correr el riesgo de dispersarte. Un proyecto despues del otro, con calma y dándole todo el mimo que se merece a cada uno de ellos.

La gula

La gula está muy relacionado con el concepto anterior. Aunque se trata de un «exceso desordenado de comer y beber”, en el escritor podría expresarse como un «yo lo quiero todo». Todo es para mí, quiero estar presente en todas las redes, abarcar todos los géneros, escribir para todos los públicos, y presentarme a todos los concursos literarios.

Un momento, calma… Respira hondo. Estás iniciando un camino largo, procura dosificar tus esfuerzos. Querer ser escritor no es una carrera de velocidad, se parece mucho más a una maratón, así que reserva tus fuerzas, porque las vas a necesitar.

La avaricia

¿Por qué hablamos de la avaricia del escritor?

Seguro que a nadie le gusta pensar que está pecando de avaricia. Suena muy feo, y además, el nombre es horrible. Nadie puede identificarse con esto. Pero vamos a mirarlo de otra forma. Cuando empiezas a escribir, no ganas absolutamente nada, todos son gastos, desde imprimir y hacer encuadernar tus manuscritos, como mandarlos por correo, abrir un blog… Y no hablemos de la enorme inversión de tiempo y esfuerzo. Si quieres publicar, entonces la cosa se complica aún más.

¿En qué consiste?

Avaricia podría ser, desear ganar algo a cambio de tu trabajo, sin haber invertido nada más que tu trabajo. Siento decirte que así no van las cosas. La triste verdad es que tienes que darlo todo primero y recibir después. En este orden. Y hay que admitir que no siempre funciona. En este mundillo de la escritura, todo cuesta horrores. Cuesta mucho pagar un corrector, no te puedes imaginar cuánto. Cuando presentas tu trabajo a un concurso o a una editorial, es indispensable que esté lo más limpio posible, sin faltas de ortografía, de puntuación, sin incoherencias internas.

Si lo que pretendes es autopublicarte, tendrás que contratar, además de la corrección, la maquetación, encargar una portada. Deberás escoger buenos profesionales. Si así lo decides, prepárate a realizar una inversión enorme. Tampoco te garantiza el éxito, quiero decir que a lo mejor la retroalimentación no llega nunca. ¿Por qué? Porque luego, si no haces una buena campaña de marketing o tienes visibilidad en redes, lo más probable es que vendas poco o nada.

Diferentes facetas de un mismo error

La avaricia es pretender ahorrar, haciéndolo todo solo con el riesgo de presentar un libro mal acabado, mal corregido, es querer ganar sin invertir nada, y arriesgarte a dañar tu imagen y la de tu trabajo.

Otro pecado de avaricia grave sería decidir escribir del género que crees que vende más, aunque no vaya contigo. Consistiría en venderte a ti mismo y dejar de ser tú. El riesgo es incalculable, podrías perderte para siempre por el camino. Nunca dejes de ser quien eres, nada se merece pagar un precio tan alto.

La envidia

El escritor novel tiende a considerar a los demás escritores como rivales. Para él, todos son posibles competidores, y no consigue verlos como compañeros de un mismo oficio.

Puedes ser por falta de seguridad y puede ser simplemente por envidia. A veces ves algo o alguién que te provoca envidia sana, y debo puntualizar que no me gusta mucho esta expresión porque la envidia nunca es sana. Puede ser que a algo o alguién despierte en tí admiración. Si esto te ocurre, sobre todo no caigas en la tentación de sentir envidia y criticarlo. Intenta comprender lo que ha hecho, por qué le ha ido bien, y si te gusta lo que ha conseguido, sigue su ejemplo. Creo sinceramente que la envidia es admiración mal canalizada, así que deja la envidia y fijate en las cualidades de los que admiras. Si te deslumbran sus resultados, que te sirvan de motivación para aprender de ellos y ponte a trabajar.

La soberbia

La soberbia en el escritor consiste en creer que lo sabe todo, que es el mejor, es no saber criticarte a ti mismo, ni admitir críticas. Consiste también en no ser capaz de rectificar, pensar que no necesita aprender y no seguirte formando. La soberbia es este enorme defecto que te ciega, y no te deja progresar.

No seas complaciente contigo mismo. La primera novela nunca es perfecta, y muchas veces ni siquiera es buena. Aunque así lo creas. Aunque te emocione haberle dedicado tantas horas y te parezca genial haber llegado al final. Tienes que verla con ojos críticos. Es muy difícil, ya lo sé. Por este motivo, hay que exponerse a la mirada ajena, que será crítica, no lo dudes. Es duro pero necesario. Si tu libro sale a la luz, será comentado, aplaudido tal vez, y seguramente criticado. No se puede gustar a todos.

Soberbia es pensar que ya sabes escribir, no formarte, con la excusa de que perderías tu estilo. Enorme equivocación. A escribir se aprende escribiendo, es cierto, pero también estudiando tecnicas narrativas, leyendo muchos autores y aprendiendo a hacerlo de una forma crítica. Nunca estarás formado completamente, porque nunca terminarás de aprender. Y esto es bueno, mejor aún, maravilloso.

Entonces, olvídate de la soberbia desde ya. Te estorba y te limita. Solo cuando reconozcas tu limitaciones y errores, podrás mejorar y crecer.

La ira

La ira es compañera de viaje, igual que el cansancio, la decepción y la frustración. No es fácil querer ser escritor o vivir de la escritura. Te obligará a enfrentarte a muchos retos, obstaculos y errores. No ganas nada con enfadarte con todo, contigo, con el universo entero, porque no logras resultados. Acepta los fracasos deportivamente, son parte inherente de la vida, no dejes que te amarguen, de lo contrario, vivirás siempre enfadado. Piensa que no hay una conspiración general en tu contra. Todos pasamos por momentos duros y amenudo, nos toca aprender a base de derrotas. Los fracasos son los peldaños de tu aprendizaje. Recuerda que la ira es siempre mala consejera, intenta dominarla, mantenerla controlada, pues podría llevarte a abandonarlo todo.

La pereza

La pereza del escritor, tiene muchas formas y muchas palabras que la definen. Consiste principalmente en procrastinar. Es algo como no ponerte nunca a escribir, o no lo suficiente, aunque te quieras llamar escritor. Es postergar tu trabajo, dejarlo siempre para después. La pereza consiste en no abrir un cajón donde sabes que se marchita el manuscrito que empezaste hace mil años y que nunca terminaste. Es también sentarte a esperar la inspiración y el éxito, perder el tiempo en las redes, carecer de estrategia y envidiar los resultados de los que sí trabajan y lo dan todo. Es la falta de la actitud necesaria para llegar a ver progresos.

Conclusión

Aquí te dejo con esta horrible lista de los siete pecados capitales, que en realidad, no son otra cosa que siete formas de no lograr enfocar bien tu vida, tus aspiraciones y tus sueños. Ten la siempre presente, pero no te preocupes, estos pecados tienen solución. En tu mano está irlos tachando uno por uno. No es tan difícil. El primer paso consiste en tomar consciencia de lo que haces y cómo lo haces.

Luego ir corrigiendo, sobre la marcha, día a día, y reescribir tu historia. No debería costarte tanto. Para esto eres escritor…

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